

Parece ser que un buen día, a mediados de la década de los 40, a la tal Manolita le dio por comprarse una cámara de vídeo que grababa en color, y ni corta ni perezosa, se dedicó a viajar por todo el mundo y a filmar con su cámara el día a día de las ciudades que iba visitando.
Así pues, nuestra querida aristócrata fue creando un archivo cinematográfico en el que plasmó el pulso y devenir cotidiano de diversas ciudades (como Sevilla o Nueva York)... ¡a todo color!
No sé si a alguno de vosotros os ocurre, pero yo tengo una suerte de dislepsia que me impide visualizar e imaginarme la vida de principios/mediados del siglo XX en color. Creo que es porque el cine y la fotografía en blanco y negro ha marcado mi concepción de aquella época. Y soy completamente consciente de lo absurdo de mi impedimento, pero no por ello deja de ser más cierto.
Así pues, inmediatamente me puse a buscar por Internet los archivos de Manolita, ya que, amén de su valor sociológico, en mí podrían operar un efecto terapéutico-sanador.
Por desgracia, no sólo no encontré tales archivos, sino que ni siquiera hallé la más mínima pista de su autora. Sin embargo, en la búsqueda, me topé con unas fotos de Nueva York, tomadas en el año 1941, que para mí son impresionantes, no sólo porque fueron tomadas en color (es obvio que no están coloreadas), sino también por su excelente calidad. Aquí os dejo un par de ellas:
En la primera se puede apreciar una primera fila de casas del siglo XIX, del tipo del que debió estar llena la ciudad previamente a la irrupción de los rascacielos. La segunda capta un instante en Wall Street.
No hay comentarios:
Publicar un comentario